Le Petit Ramón es un tío con un par de huevos. Lo demuestra a menudo, y los afortunados que estuvieron el pasado domingo 4 de Enero en el Heliogábal lo pudieron comprobar. No había ido nunca a este bar y ahora resulta que me he vuelto un asíduo. De hecho creo que la chica de la puerta pensó, vaya...mira el notas, no viene nunca y ahora no puede parar de venir. En definitiva que Ramón Faura tocó en una hora un tanto inusual para un concierto, durante el mediodía. Aunque, déjenme recordar, creo que este hombre siempre toca los mediodías. Almenos durante la pasada edición del PS'08 también fue así...
Quizás podríamos encontrar la explicación a dicho enigma en que Ramón fue padre recientemente (Cotrástenlo aquí) y los síntomas de ello son tener que tocar durante el mediodía. También podríamos seguir argumentando la razón de dicha hora tan extraña y de hecho lo vamos a hacer, diciendo que Ramón Faura es un tío al que se le escae tocar al mediodía, en horario de vermouth, vamos.
Ramón Faura tiene pinta de ser un tío al que le gusta lo tradicional, la vida social, los bares con olor a vino y los berberechos de galicia. Elementos indispensables para realizar un vermouth con cara y ojos, por eso la gente de Bankrobber (para los incultos, su discográfica), le organizó este bolo.
La entrada incluía 4 patatas, 2 aceitunas (que no me comí) y 5 cortezas de cerdo, todo esto en un plato. Paralelamente incluía más cosas, entre ellas un repertorio de una hora y cuarto de buena música, que se dividió en un recital repartido en tres partes. Se escucharon temas clásicos, temas actuales y temas futuros (de su próximo disco, vamos).
Su formación es sencilla (piensen que cabe en el escenario del Heliogàbal) pero no por eso poco eficiente, todo al contrario. Una guitarra electroacústica conectada a un sinfín de pedales de efectos, un cello y un percusionista con instrumentos a medio camino de la world music y del D.I.Y. Todo listo para la experimentación, el rockanrol y la psicodelia. Le Petit Ramón mola, dejen que lo proclame, por favor, pero antes déjenme decir que el último tema fue una hipnosis de 14 minutos, aproximadamente, que Ramón afirmó haber compuesto inspirándose en un tema de los The Who pero que además terminó, estilo medley, con The Stooges. O, almenos, eso me pareció.
Ramón Faura tiene pinta de ser un tío al que le gusta lo tradicional, la vida social, los bares con olor a vino y los berberechos de galicia. Elementos indispensables para realizar un vermouth con cara y ojos, por eso la gente de Bankrobber (para los incultos, su discográfica), le organizó este bolo.
La entrada incluía 4 patatas, 2 aceitunas (que no me comí) y 5 cortezas de cerdo, todo esto en un plato. Paralelamente incluía más cosas, entre ellas un repertorio de una hora y cuarto de buena música, que se dividió en un recital repartido en tres partes. Se escucharon temas clásicos, temas actuales y temas futuros (de su próximo disco, vamos).
Su formación es sencilla (piensen que cabe en el escenario del Heliogàbal) pero no por eso poco eficiente, todo al contrario. Una guitarra electroacústica conectada a un sinfín de pedales de efectos, un cello y un percusionista con instrumentos a medio camino de la world music y del D.I.Y. Todo listo para la experimentación, el rockanrol y la psicodelia. Le Petit Ramón mola, dejen que lo proclame, por favor, pero antes déjenme decir que el último tema fue una hipnosis de 14 minutos, aproximadamente, que Ramón afirmó haber compuesto inspirándose en un tema de los The Who pero que además terminó, estilo medley, con The Stooges. O, almenos, eso me pareció.
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