Esta foto engaña, puesto que, a pesar de la luminosidad, el concierto fue de lo más oscuro. Los que conocen a A Place To Bury Strangers y en especial sus antecedentes, véase Ceremony, sabrán que a APTBS lo que les mola es la oscuridad en su vertiente más ruidosa. Ceremony eran una especie de híbrido de influencias oscuras de post-punk ochentero en plan Joy Division, The Chamaleons y Jesus and Mary Chain, de los cuales, provablemente, habrán heredado esa obsesión shoegázica por las paredes de ruído. A Place To Bury Strangers destilaron ruido en estado puro, capas y capas de guitarras y bajos filtrados por efectos que sonaban a todo menos a bajo. Una batería nada discordante con lo que sonaba, todo al contrario. Harmonía secundada por un pad electrónico incluído en su batería que permitía mantenerte vivo y no hipnotizado entre tanto ruído. Éste, aunque por lo que tengo entendido no fue su mejor concierto, me encantó. Este tipo de conciertos me flipan. Space Rock en su estado más puro. Incluso tuve alguna reminiscencia a Spaceman 3, reyes del cotarro de la psicodelia y del noise.
La foto pretendía recoger el instante en que Oliver Ackermann rompió todas las cuerdas de su guitarr a fin de crear una capa más de ruído entre el amalgama de loops que ya sonaban.
La foto pretendía recoger el instante en que Oliver Ackermann rompió todas las cuerdas de su guitarr a fin de crear una capa más de ruído entre el amalgama de loops que ya sonaban.
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